sábado, 4 de abril de 2015

¿ Te resulta algo increíble que Jehová use a los musulmanes contra Israel ? Entonces no has leído o no comprendes la Biblia



VECES QUE JEHOVÁ USÓ A PAGANOS PARA INVADIR ISRAEL

El reino de Israel (las diez tribus) no tuvo buenos reyes.  Eran continuamente rebeldes contra Jehová, su Dios. El les envió muchos profetas para razonar con ellos para que se arrepintieran, pero ellos no quisieron. Así que los asirios los invadieron y los llevaron a cautividad. Fueron esparcidos por todo el mundo. El reino de Judá (las dos tribus) tuvieron unos pocos buenos reyes (por ejemplo, Asa, Ezequías), pero ellos también fueron, por lo general, desobedientes a Dios. Por lo tanto, los babilonios fueron enviados a invadirlos, y los llevaron en cautividad a Babilonia por 70 años. Nunca más tuvieron un rey. Después de 70 años, algunos regresaron a la tierra de Israel bajo el liderazgo de Esdras, Nehemías, Jesúa (el sumo sacerdote en aquel tiempo) y Zorobabel el gobernador. Primeramente fueron regidos por Persia, luego por Grecia, y finalmente por Roma. Estaban bajo Roma cuando nació Jesús. Como consecuencia de que los Judíos lo rechazaron, Dios envió a los romanos a destruir Jerusalén en el año 70 de nuestra era, y finalmente todos los judíos fueron expulsados de la tierra de Israel.

“RUINA, RUINA, RUINA LA HARÉ”
En el séptimo año del destierro, en el 611 antes de nuestra era, los ancianos de Israel vienen a Ezequiel para “inquirir de Jehová”. Escuchan una larga historia de la rebelión de Israel y la advertencia de que ‘Jehová sacaría su espada’ contra ellos (Ezequiel 20:1; 21:3). Dirigiéndose al principal de Israel, el rey Sedequías, Jehová le dice: “Remueve el turbante, y quita la corona. Esta no será la misma. Póngase en alto aun lo que está bajo, y póngase bajo aun al alto. Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal [Jesucristo], y tengo que dar esto a él” (Ezequiel 21:26, 27).

¿Qué es la “espada” que Jehová desenvaina? La “espada” que Jehová usa para llevar a cabo su sentencia contra Jerusalén y Judá es Nabucodonosor, el rey de Babilonia, junto con su ejército. También podría incluir a la parte celestial de la organización de Dios formada por poderosos seres espirituales.





Se presenta una acusación formal contra Jerusalén. La culpabilidad de Oholá (Israel) y de Oholibá (Judá) se pone al descubierto. Oholá ya ha sido dada “en la mano de los que la amaban apasionadamente, en la mano de los hijos de Asiria” (Ezequiel 23:9). La desolación de Oholibá se avecina. En el año 609 antes de nuestra era empieza el sitio de Jerusalén, que dura dieciocho meses. Cuando la ciudad finalmente caiga, los judíos estarán demasiado aturdidos para exteriorizar su dolor. Ezequiel no debe comunicar el mensaje de Dios a los desterrados hasta que “el escapado” le informe de la destrucción de la ciudad (Ezequiel 24:26, 27).

( Ezequiel 20:1, 49) La reacción de los ancianos de Israel indica que eran escépticos a lo que Ezequiel estaba anunciando. No desarrollemos jamás una actitud escéptica ante las advertencias divinas.

( Ezequiel 21:18-22) Aunque Nabucodonosor empleó la adivinación, fue Jehová quien se aseguró de que aquel rey pagano viniera contra Jerusalén. Esto nos enseña que ni siquiera los demonios pueden impedir que los agentes ejecutores de Jehová lleven a cabo su voluntad.

La paciencia que Jehová le demostró a Israel tenía un límite, y la nación judía lo sobrepasó cuando rechazó y mató a Jesús (Mat. 23:37, 38). Los descendientes naturales de Israel dejaron de ser el pueblo del nombre de Dios. En su mayoría murieron espiritualmente, como un árbol marchito (Luc. 23:31). ¿Qué efecto tuvo esto en su actitud para con el nombre divino? La historia indica que, con el tiempo, los judíos llegaron a tener supersticiones respecto al nombre de Dios, hasta el punto de creer que no debían pronunciarlo (Éx. 20:7). Poco a poco dejaron de usarlo. A Jehová sin duda le dolió esa enorme falta de respeto (Sal. 78:40, 41). Está claro que el Dios “cuyo nombre es Celoso” no iba a permitir que su nombre siguiera vinculado a unas personas que, por haberlo rechazado, ya no contaban con su favor (Éx. 34:14). Esto debe grabar en nuestra mente la importancia de tratar con sumo respeto el nombre del Creador.

UN NUEVO PUEBLO PORTA EL NOMBRE DE DIOS

Jehová reveló mediante Jeremías su propósito de establecer “un nuevo pacto” con una nueva nación, el Israel espiritual. Además, predijo que todos sus miembros lo conocerían, “desde el menor de ellos aun hasta el mayor” (Jer. 31:31, 33, 34). Esa profecía empezó a cumplirse en el Pentecostés del año 33 de nuestra era, cuando Dios estableció el nuevo pacto. La nueva nación, “el Israel de Dios”, compuesta de judíos y no judíos, llegó a ser “un pueblo para su nombre”, o, como él dijo, “personas que son llamadas por mi nombre” (Gál. 6:16lea Hechos 15:14-17; Mat. 21:43).

Como personas que eran llamadas por el nombre de Jehová, los miembros de esa nación espiritual emplearon el nombre divino, y obviamente lo hicieron al citar de las Escrituras Hebreas. Por eso, cuando el apóstol Pedro se dirigió a un auditorio internacional de judíos y prosélitos en el Pentecostés del año 33, empleó ese nombre varias veces (Hech. 2:14, 20, 21, 25, 34). Los primeros cristianos honraron a Jehová, y él, por su parte, bendijo su labor predicadora. En la actualidad también bendice nuestro ministerio cuando proclamamos su nombre con orgullo y se lo mostramos a quienes nos escuchan, de ser posible en su propia Biblia. De esa manera les presentamos al Dios verdadero. ¡Qué privilegio... tanto para ellos como para nosotros! Esa presentación puede, en algunos casos, marcar el comienzo de una maravillosa relación con Jehová que seguirá creciendo por la eternidad.

Posteriormente, la apostasía comenzó a infectar a la congregación cristiana, sobre todo tras la muerte de los apóstoles (2 Tes. 2:3-7). Hubo maestros falsos que incluso adoptaron la tradición judía de no emplear el nombre divino. Pero ¿permitiría Jehová que desapareciera el nombre con el que decidió ser recordado? ¡Nunca! Es cierto que no podemos determinar con exactitud cómo se pronunciaba, pero el nombre ha perdurado. A lo largo de las épocas ha aparecido en diversas traducciones de la Biblia, así como en los escritos de distintos biblistas. Por ejemplo, en 1757, Charles Peters escribió que Jehová, a diferencia de los numerosos títulos divinos, “parece ser la palabra que mejor expresa su esencia”. Por su parte, Hopton Haynes comenzó el capítulo 7 de un libro del año 1797 sobre la adoración a Dios con estas palabras: “JEHOVÁ, el nombre propio de DIOS entre los judíos, a quien solo ellos adoraban, como también lo hicieron Cristo y sus Apóstoles”.

 En este sentido, el año 1931 tuvo especial importancia, pues los Estudiantes Internacionales de la Biblia, como hasta entonces se llamó a quienes formaban el pueblo de Dios, adoptaron el nombre bíblico de testigos de Jehová (Is. 43:10-12). Así anunciaron al mundo que estaban orgullosos de ser siervos del único Dios verdadero, de ser “un pueblo para su nombre”, para alabar ese nombre (Hech. 15:14). Aquellos sucesos nos recuerdan estas palabras de Jehová que se encuentran en Malaquías 1:11: “Desde el nacimiento del sol aun hasta su puesta mi nombre será grande entre las naciones”.

ANDE EN EL NOMBRE DE JEHOVÁ

 El profeta Miqueas escribió: “Todos los pueblos, por su parte, andarán cada cual en el nombre de su dios; pero nosotros, por nuestra parte, andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios hasta tiempo indefinido, aun para siempre” (Miq. 4:5). Para los Estudiantes de la Biblia, el hecho de que Jehová permitiera que adoptaran su nombre no solo fue un gran honor, sino también una garantía de que tenían su aprobación (lea Malaquías 3:16-18). Ahora bien, ¿cuánto valora usted ese privilegio? ¿Se esfuerza al máximo por andar “en el nombre de Jehová”? ¿Comprende lo que eso implica?

 Andar en el nombre de Dios implica al menos tres cosas. Primero, debemos proclamar ese nombre, pues reconocemos que solo aquel que “invoque el nombre de Jehová será salvo” (Rom. 10:13). Segundo, tenemos que reflejar las cualidades divinas, en especial el amor (1 Juan 4:8). Y tercero, hemos de someternos de buena gana a las justas normas de nuestro Padre celestial para no traerle ninguna deshonra a su santo nombre (1 Juan 5:3). ¿Está usted resuelto a andar “en el nombre de Jehová nuestro Dios hasta tiempo indefinido”?

Muy pronto, todos los que pasan por alto o desafían a Jehová tendrán que saber quién es él (Ezeq. 38:23). Entre ellos estarán personas semejantes a aquel faraón que dijo: “¿Quién es Jehová, para que yo obedezca su voz[?]”. Él lo averiguó por las malas (Éx. 5:1, 2; 9:16; 12:29). Nosotros, en cambio, hemos llegado a conocer a Jehová porque así lo quisimos. Los testigos están orgullosos de llevar su nombre y de formar parte del obediente “pueblo para su nombre”. Por lo tanto, miran al futuro con confianza en la promesa que se halla en Salmo 9:10: “Los que conocen tu nombre confiarán en ti, porque ciertamente no dejarás a los que te buscan, oh Jehová”.

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