El Standard, una publicación católica
nacional publicada en Ghana, presentó un editorial acerca de la obra de la
Iglesia Católica, y señaló que ésta “ha hecho una enorme contribución al
desarrollo del país.” El editorial llama atención a las escuelas, hospitales y
clínicas edificados por la iglesia, así como a proyectos agrícolas y de
excavación de pozos. “Pero ha llegado el tiempo para empezar a mirar en otra
dirección,” dice. “El desarrollo de la gente debe tener mayor prioridad que el
desarrollo del país y las instituciones.” ¿Cómo?
“La mayoría del pueblo de Dios que pasa su
tiempo en oficinas, haciendas, escuelas y fábricas tiene hambre de alimento
espiritual más fuerte. Estas personas están dispuestas a vivir el Evangelio en
su plenitud, pero, ¿quién les mostrará el camino? . . .
No estamos suministrando a la gente el alimento espiritual que necesita.”
Si esta iglesia no ha hecho esto para el
hombre común después de siglos de existencia, ¿qué razón hay para creer que
ahora ha de empezar a suministrar el “alimento espiritual” que sus miembros
realmente necesitan? El apóstol Pedro mismo recibió el mandato de Jesús sobre
esto tres veces, para énfasis, cuando se le preguntó si amaba al Cristo.
“Apacienta mis corderos . . . mis ovejas” (no: ‘construye escuelas
y hospitales’), se le dijo a Pedro, para que probara su amor. Evidentemente
Pedro comprendió, pero la Iglesia Católica no.—Juan 21:15-17, Versión
Nácar-Colunga, católica.
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