lunes, 9 de marzo de 2015

¿Están contados los días de la religión?




“La tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar.”—ISAÍAS, PROFETA ISRAELITA DEL SIGLO VIII A.E.C.
El profeta Isaías vaticinó así el día en que toda la Tierra estaría unida en la adoración al Dios Omnipotente. La situación actual, sin embargo, lleva a que algunas personas vean más lejana que nunca la realización de esta profecía.
En los primeros decenios de este siglo, por ejemplo, los revolucionarios bolcheviques creían que la supresión de la religión constituía un paso necesario para la liberación del proletariado. Afirmaban que el ateísmo ‘liberaría a las masas obreras de la carga de los prejuicios y engaños del pasado’. Stalin logró que de las más de 40.000 iglesias ortodoxas que estaban abiertas al público en 1917, solo quedaran 100 en 1939.
Hitler también consideraba la religión como un obstáculo para alcanzar el dominio absoluto. “Uno es cristiano o alemán. No es posible ser ambas cosas”, declaró en cierta ocasión. Pretendía eliminar gradualmente toda religión que escapara a su control. Para ello, los nazis elaboraron rituales cuasirreligiosos: oraciones, festividades, bautismos y hasta funerales. Hitler era su mesías, y la patria su divinidad. Con el beneplácito hitleriano podían cometerse todo tipo de atrocidades.
¿El ocaso de la religión?
Hitler y Stalin fracasaron en su empeño por erradicar la religión. Pero parece que hoy en día, la indiferencia hace las veces de la tiranía. Al estudiante de la Biblia no le sorprende que los sucesos hayan adoptado este cariz, pues el apóstol Pablo dijo a Timoteo que en los “últimos días” los hombres serían “amadores de placeres más bien que amadores de Dios”. (2 Timoteo 3:1-4.)
¿Enseña la Biblia que estos “últimos días”, caracterizados por la apatía religiosa, preludian la caída de todas las religiones? No, pues las Escrituras predicen únicamente el fin de la religión falsa, cuyo nombre simbólico es Babilonia la Grande. El libro de Revelación o Apocalipsis dice: “Un ángel fuerte alzó una piedra semejante a una gran piedra de molino y la arrojó al mar, diciendo: ‘Así con lanzamiento veloz será arrojada abajo Babilonia la gran ciudad, y nunca volverá a ser hallada’”. (Revelación 18:21.)
Sin embargo, la desaparición de la religión falsa no dará paso al imperio del ateísmo. Por el contrario, el Salmo 22:27 predice: “Todos los cabos de la tierra se acordarán y se volverán a Jehová. Y todas las familias de las naciones se inclinarán delante de ti”. ¡Imagínese el día que “todas las familias de las naciones” se unan para adorar al único Dios verdadero! Esta extraordinaria profecía se cumplirá bajo el dominio del Reino de Dios. (Mateo 6:10.) Cuando llegue aquel día, la religión —la verdadera— tendrá gran relevancia. Pero ¿qué puede decirse de la actualidad?
Se llena un vacío espiritual
La vacuidad espiritual que predomina en la Europa actual es muy parecida a la del Imperio romano en el siglo I. El historiador Will Durant explica cómo satisficieron los cristianos la necesidad espiritual del momento: “En el vacío moral de un paganismo moribundo, en la frialdad del estoicismo y la corrupción del epicureísmo, en un mundo enfermo de brutalidad, crueldad, opresión y caos sexual, en un imperio pacificado en el que aparecían ya superfluas las virtudes masculinas y los dioses de la guerra, el cristianismo introducía una nueva moralidad de fraternidad, benevolencia, decoro y paz”.
El vacío espiritual y moral que siente el hombre de nuestro tiempo puede llenarse con el mismo poderoso mensaje que predicaron por todo el Imperio romano los primeros cristianos; y hay personas dispuestas a escuchar. Muchos europeos, aunque no parezcan muy religiosos, todavía opinan que Dios ocupa un lugar destacado en su vida. Aunque no asistan a los oficios religiosos tradicionales, algunos han llenado su vacío espiritual en otro lugar.
Juan José, joven de la ciudad española de Palma de Mallorca, estudió en un colegio católico y fue monaguillo hasta los 13 años. Los domingos iba a misa con su familia, pero dejó de ir en la adolescencia. ¿Por qué? “En primer lugar, la misa me aburría —explica Juan José—. Me la sabía de memoria, pues siempre se repetía lo mismo. Además, el cura nos trataba mal a los monaguillos. Por otro lado, no veía bien que la gente humilde tuviera que pagar por las misas de difuntos.
”No dejé de creer en Dios; solo pensé que podía adorarlo a mi manera, sin ir a la iglesia. Mis amigos y yo tratábamos de sacarle el jugo a la vida. Creo que para mí, lo primero era divertirme.
”Cuando cumplí 18 años empecé a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Me ofrecieron algo que no había visto nunca en la iglesia: una fe clara basada en la Biblia, y no en la tradición ni en ‘misterios’ que no me cabían en la cabeza. Tuve que hacer muchos cambios a causa de mis nuevas creencias. En vez de dedicar los fines de semana a organizar fiestas en las discotecas, empecé a ir de casa en casa para hablar con los vecinos de la fe que acababa de aprender. Mi vida cobró sentido al dedicarme a ayudar al prójimo. Llevo ya siete años sirviendo de ministro de tiempo completo de los testigos de Jehová.”
Pero no son únicamente los jóvenes quienes tratan de llenar el vacío espiritual que sienten. Antonia, una anciana de Extremadura (España), dedicó la mayor parte de su vida a lo que denomina “buscar a Dios”. En la adolescencia oía misa a diario; acabó ingresando en una orden religiosa católica, pues decía: “Si Dios no está en el convento, no está en ningún sitio”. Tres años más tarde renunció, más desencantada y vacía que antes.
Cuando ya había pasado de los 50 años, se hizo testigo de Jehová. “Estaba contentísima de que los Testigos me hubieran visitado y con mi propia Biblia hubieran contestado mis preguntas —explica ella—. Desde que me hice testigo de Jehová, mi vida ha tenido propósito. Las pruebas no faltan, pero ahora que conozco al Dios verdadero puedo soportarlas.”
Estos no son dos casos aislados. En contraposición a la situación religiosa actual, cada vez más personas se relacionan con los testigos de Jehová y descubren que al vivir y predicar su fe, su vida adquiere sentido.
La religión verdadera es más relevante que nunca
Aunque vivamos en una época en que muchas personas rechazan la religión, sería imprudente pensar que todas las religiones son irrelevantes. Es cierto que en nuestro siglo la gente repudia los rituales vanos y los dogmas anticuados y antibíblicos, y que detesta ir a la iglesia por el qué dirán. En realidad, la Biblia nos recomienda evitar la religión hipócrita. El apóstol Pablo predijo que en los “últimos días”, habría individuos que ‘tendrían una forma de devoción piadosa, pero resultarían falsos a su poder’. Tales personas presentarían una fachada de religiosidad, pero negarían la validez de su devoción con su conducta. ¿Cómo debemos reaccionar ante quienes actúan con hipocresía religiosa? “De estos apártate”, aconsejó Pablo. (2 Timoteo 3:1, 5.)
Pero Pablo también dijo que “la religión es una fuente de gran riqueza”. (1 Timoteo 6:6, Versión Popular.) Pablo no se refería a cualquier tipo de religión. El vocablo griego que se traduce “religión” en este pasaje es eu·sé·bei·a, que significa “devoción o reverencia a Dios”. La religión verdadera, la auténtica devoción piadosa, “encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir”. (1 Timoteo 4:8.)
Como demuestran los ejemplos citados, la religión verdadera da sentido a nuestra vida y nos ayuda a encarar los problemas con entereza. Lo que es más importante, la religión verdadera nos garantiza un futuro eterno. Merece la pena seguir este tipo de adoración, pues tenemos la seguridad de que acabará ‘llenando la tierra’. (Isaías 11:9; 1 Timoteo 6:11.) No cabe duda: la religión verdadera es hoy más relevante que nunca.
[Nota]
La Biblia emplea a la antigua ciudad de Babilonia como símbolo del imperio mundial de la religión falsa, pues en aquella ciudad surgieron muchas doctrinas religiosas antibíblicas. Con el paso de los siglos, estas ideas babilónicas se asimilaron en las principales religiones del mundo.

Historia de dos edificios

  España está repleta de edificios religiosos; sin embargo, el fervor que antaño permitía construir costosas catedrales parece haber desaparecido. Por ejemplo, en Mejorada del Campo, población situada a las afueras de Madrid, se está construyendo una impresionante catedral católica. Justo Gallego Martínez, ex monje benedictino, inició las obras hace cuarenta años. Sin embargo, aún no hay más que una estructura hueca. Como el edificador solitario, no es muy probable que el templo se termine. Sin embargo, 300 kilómetros al sur se dio un caso muy diferente.

  “La fe mueve montañas” fue la frase que escogió una publicación local para describir la construcción de un Salón del Reino que realizaron los testigos de Jehová en la localidad española de Martos (Jaén) en solo dos días. “¿Cómo es posible —preguntó la publicación— que en este mundo actual basado en el egoísmo, personas de varias regiones [de España] se desplacen a Martos de forma altruista y gratuita, para llevar a cabo [...] una obra que ha batido el récord en rapidez, perfección y organización?” El artículo respondió citando las palabras de un voluntario: “El mérito está en que somos un pueblo enseñado por Jehová”.


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