Según informó el “Times” de Nueva York,
después que el papa Juan Pablo II fue herido por la bala de un terrorista,
“recibió unos 6 litros de sangre, lo cual significa que se reemplazó casi todo
el volumen de sangre que tenía en el cuerpo.” ¿Cuál fue el resultado? El papa
sufrió de una persistente infección causada por un virus —citomegalovirus
(CMV)— lo cual hizo que se prolongara el período de recuperación. Un portavoz
de la Delegación Apostólica de Washington, D.C., admitió: “Según tenemos
entendido, parece que las transfusiones causaron la infección.”
Es posible que Juan Pablo tal vez hubiera
muerto si no hubiera recibido las transfusiones. No obstante, con relación a
esto, ¿no es apropiado el que los cristianos obedezcan aquella parte de la ley
de Dios que la Biblia católica incluye entre las cosas que son “esenciales”
para ellos? Esa parte de la ley dice: “ABSTENERSE de lo sacrificado a los
ídolos, DE LA SANGRE, de los animales estrangulados y de la impureza. Haréis
bien en guardaros de estas cosas.” Una nota al pie de la página en la versión
católica de la “Biblia de Jerusalén” dice: “La sangre era la expresión de la
vida, que sólo pertenece a Dios.” Dado que en tiempos modernos hay varias
medidas que se pueden tomar en vez de usar sangre, el ‘hacer bien’ desde el
punto de vista bíblico, frecuentemente contribuye a la buena salud de los que
se enfrentan a problemas relacionados con la sangre y también deja a dichas
personas con una buena conciencia ante Dios.—Hechos 15:20, 28, 29, “Biblia de
Jerusalén,” Imprimátur: Mauro, Obispo.
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