Las
“ovejas” de la ilustración de Jesús hicieron esfuerzos extraordinarios por
ministrar o servir a los “hermanos” del Rey mientras éstos estaban enfermos y
en prisión. Y hoy, en algunas partes de la Tierra, no solo los del “rebaño
pequeño,” sino también las “otras ovejas” que sirven de manera tan leal y con
tanta unidad con ellos, han experimentado escasez y persecución, enfermedad y
aprisionamiento. Por ejemplo, de 1933 a 1945, cuando el nazi Hitler estuvo
procurando con empuje conseguir la dominación mundial, los testigos de Jehová
experimentaron persecuciones enconadas... primero en los países nazifascistas,
y después en todas las naciones en guerra. Muchos, tanto del “rebaño pequeño”
como de las “otras ovejas” del Señor, fueron muertos. ¡Pero vencieron maravillosamente
al adherirse firmemente a su integridad al Rey y su reino!
Los
historiadores han comentado frecuentemente en cuanto al contraste que hubo
entre la actitud de transigencia de las religiones de la cristiandad y la
integridad de los testigos de Jehová bajo presión. Por ejemplo, en el libro A
History of Christianity, publicado en Londres, Inglaterra, en 1976, Paul
Johnson dice primero lo siguiente acerca de las iglesias católica y evangélica
de la Alemania de Hitler: “Ambas iglesias, por lo general, dieron apoyo masivo
al régimen. Los obispos católicos dieron la bienvenida al ‘nuevo y firme
énfasis sobre la autoridad en el estado alemán’; el obispo Bornewasser dijo a
la juventud católica en la Catedral de Trier: ‘Con cabeza en alto y paso firme hemos
entrado en el nuevo reich y estamos dispuestos a servirle con toda la potencia
de nuestro cuerpo y alma.’ En enero de 1934 Hitler habló con doce líderes
evangélicos, y después de esta reunión ellos . . . emitieron un
comunicado en el cual declaraban solemnemente que ‘los líderes de la Iglesia
Evangélica Alemana afirman unánimemente su lealtad incondicional al Tercer
Reich y su caudillo.’”
Entonces,
con referencia a las pocas personas que afirmaban ser cristianas y que, según
él dijo, “se adhirieron a sus principios,” el escritor pasa a decir: “Los más
valerosos fueron los testigos de Jehová, quienes proclamaron su franca
oposición doctrinal desde el principio y sufrieron en armonía con ello.
Rehusaron dar cooperación alguna al estado nazi, al cual denunciaron como
totalmente malvado. . . . Muchos fueron sentenciados a muerte por
negarse a rendir servicio militar . . . ; o terminaron en Dachau o en
asilos para dementes. A la tercera parte de ellos, de hecho, se les mató; el
noventa y siete por ciento sufrió persecución de una forma u otra. Fueron el
único grupo cristiano que despertó la admiración de Himmler.”
No
como pacifistas, sino como cristianos neutrales que apoyaban el reino entrante
de Dios, jóvenes Testigos se encararon a prisión y a ejecución por no violar su
integridad, como de ello testifica una típica ‘última carta’ que se presenta
con este material. Por toda la Tierra, fuera en países del Eje o de los
Aliados, los “hermanos” del Rey y sus “ovejas” compañeras fueron atacados por
chusmas, golpeados, enviados a prisión y maltratados. Pero vencieron en su
guerrear espiritual. El Diablo no pudo quebrantar la lealtad de ellos al Reino.
Como Jesús antes de ellos, demostraron que ‘no eran parte’ del mundo de
Satanás.—Juan 15:19.
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