jueves, 5 de marzo de 2015

Los testigos de Jehová alrededor del mundo: Puerto Rico


Entre el mar Caribe y el océano Atlántico se encuentra la exuberante isla tropical de Puerto Rico. En 1493 Cristóbal Colón la declaró territorio de España y la bautizó como San Juan Bautista. A su ciudad más grande se la llamó por mucho tiempo Puerto Rico. Posteriormente, este nombre se aplicó a toda la isla, mientras que a la ciudad se la llegó a conocer como San Juan.
Puerto Rico ha hecho honor a su nombre en muchos aspectos. En los primeros años de la dominación española se sacó mucho oro de aquí. En la actualidad la isla exporta caña de azúcar, café, plátanos y cítricos, aunque gran parte de la economía depende de las industrias manufactureras y de servicios. Sin embargo, esta isla ha sido un puerto rico en un sentido mucho más importante.
Las buenas nuevas del Reino de Dios empezaron a predicarse en este lugar en los años treinta. Hoy en día hay más de veinticinco mil publicadores de las buenas nuevas. En 1993 el personal de la sucursal de la Sociedad Watch Tower aumentó de veintitrés a más de cien. Este incremento fue necesario para que la sucursal pudiera encargarse de la traducción de publicaciones bíblicas al español, poniéndolas así a disposición de más de trescientos cincuenta millones de hispanohablantes por todo el mundo.
Un nuevo campo
La sucursal también informa: “Un nuevo campo se ha abierto en Puerto Rico, pues hemos estado tratando de llevar el mensaje del Reino a los sordos. Cierta hermana relata la siguiente experiencia: ‘Mientras predicaba a los sordos, visité a una señora que tenía dos niños pequeños. Al darse cuenta de que era Testigo, me rechazó de plano, pues a su esposo, que también es sordo, no le gustaban los testigos de Jehová.
“‘Unos meses más tarde, esta misma señora visitó a una amiga que estudiaba la Biblia con los Testigos. Se quedó para el estudio y le gustó mucho. Visité de nuevo a la señora, que me volvió a decir que a su esposo no le gustaban los Testigos. No obstante, quería entender la Biblia, y estaba cansada de su Iglesia porque no enseñaba nada. Así que empezamos a estudiar con un tratado. Cierto día me dijo que volviera el sábado porque su esposo estaría en casa. “Pero le caemos mal, ¿no es cierto?”, le pregunté. Ella repuso: “Es que quiere saber de qué se trata todo esto”.
“‘Al día siguiente los dos llamaron a mi puerta. Como el esposo tenía muchas preguntas, los invité a nuestras reuniones para los sordos. Él llegó antes que yo, y desde entonces no se ha perdido ni una sola reunión. Está predicando a otros sordos, ha asistido a una asamblea y espera bautizarse.’”
El informe de la sucursal sigue diciendo: “En la asamblea de distrito de este año, se presentó todo el programa en lenguaje de señas, así que asistieron muchos sordos con sus familias. En el último discurso hubo un momento muy emotivo cuando el orador mencionó la obra que se está llevando a cabo entre los sordos y dijo que había presentes unos setenta. Se produjo un gran aplauso, pero, como señaló el orador, los sordos no lo oyeron. Así que, después de pedirles que miraran al auditorio, el orador repitió la pregunta: ‘¿Están contentos de tener con ustedes a sus hermanos sordos?’, y pidió al auditorio que aplaudiera moviendo ambas manos como hacen los sordos. Ver a 11.000 hermanos aplaudiendo de esta forma fue un espectáculo maravilloso. Nuestros hermanos sordos se pusieron más que contentos, y se sintieron parte de la gran hermandad. Muchos lloraron de alegría.”
No hay duda de que esta isla seguirá siendo un “puerto rico”, pues los Testigos continúan trabajando en la cosecha. Las “ovejas” de Dios, a las que él llama “las cosas deseables de las naciones”, seguirán entrando para que la casa de Jehová se llene de gloria. (Juan 10:16; Ageo 2:7.)


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