Puerto Rico tiene nombre apropiado, porque
verdaderamente hay muchas riquezas en esta islita del Caribe. Durante todo el
año la temperatura es agradable aquí, y la belleza tropical puede ser
absolutamente impresionante. Gloriosos flamboyanes (framboyanes) forman deleitables
‘túneles’ en las carreteras rurales al extender sus ramas en arco sobre ellas.
Diferentes matices y tonos de buganvilla adornan paredes y los lados de las
carreteras. Tierra adentro, las montañas se proyectan por aproximadamente
1.200 metros hacia el cielo azul. Y abajo, cerca de las hermosas playas de
arena blanca, las palmeras ondean en la brisa tropical.
La isla, aunque solo mide 56 kilómetros
de ancho por 160 kilómetros de largo, es rica en muchos productos
agrícolas. Aquí crece el café, la caña de azúcar, las naranjas (chinas),
toronjas y bananas (guineos), así como una gran variedad de árboles, flores y
arbustos. Por toda la isla, en todo cerro y en todo valle, hay gente, sí, más
de 3.000.000 de habitantes. Son un pueblo alegre y amigable, de rasgos
faciales agradables.
Debido a los muchos atractivos que se han
ofrecido a las industrias y a ventajas con relación a los impuestos en Puerto
Rico, muchas industrias han venido a la isla. Por eso, son muchas las personas
que disfrutan de mayor prosperidad ahora, y el nivel de vida es más alto. Sin
embargo, a este “puerto rico” han venido riquezas de mucho mayor valor,
riquezas que no se desvanecen... ¡riquezas espirituales!
LAS RIQUEZAS ENTRAN
COMO EN CHORRILLO
Lillian E. Carr y Marie Hawkins vinieron
a Puerto Rico en 1935. Su propósito era llevar al pueblo puertorriqueño
las buenas nuevas acerca del reino de Dios, y de que éste pronto traerá
bendiciones a los que pongan su confianza en él. (Mat. 24:14) Para su
actividad, ellas dividieron la isla más o menos en dos partes y fueron de
pueblo en pueblo distribuyendo Biblias y ayudas para el estudio de la Biblia.
No fueron las primeras personas que como testigos de Jehová predicaron en
Puerto Rico, pero su actividad produjo fruto duradero.
En el pueblo de Arecibo, en la orilla
septentrional de la isla, un hombre aceptó el folleto Se aproxima la guerra
universal. Puesto que no podía leer, se lo dio a su amigo Ambrosio
Rosa, pues pensó que éste se interesaría en el folleto, ya que practicaba el
espiritismo. A Ambrosio le gustó lo que leyó, y escribió a la Sociedad Watch
Tower de Brooklyn, Nueva York, pidiendo cuatro libros que vio anunciados.
Pronto estuvo adquiriendo verdaderas riquezas, riquezas de las que resultan en
una buena relación con Jehová Dios y que pueden dar vida eterna.—Juan 17:3.
La esposa de Ambrosio, al ver el entusiasmo
que él mostraba por las cosas que estaba aprendiendo, le dijo: “Ahora que
tienes una nueva religión, consígueme una Biblia. Pero no quiero esos
libros.” Sin embargo, cuando vio el libro intitulado “Riquezas,” cambió de
opinión. Pronto lo estaba usando para investigar las riquezas que se encuentran
en la Biblia.
Aunque en aquel tiempo no había
proclamadores del Reino entre los puertorriqueños mismos, Ambrosio reconoció su
responsabilidad de compartir con otras personas las cosas buenas que había
aprendido. Por eso, cierto día empezó a visitar a sus vecinos y llevarles
folletos y revistas. Un hombre llamado Santiago Rodríguez aceptó La Atalaya
y Consolación (ahora llamada ¡Despertad!), y se suscribió a
ellas. Pronto él también se dio cuenta de que debía llevar aquellas riquezas
espirituales a otros. Por eso, cierto día salió de su casa con una bolsa llena
de revistas, y colocó veinticinco allí mismo entre sus amigos y vecinos.
De modo que para 1938 estos dos
cristianos fieles habían empezado a suministrar riquezas espirituales a otras
personas. No había reuniones de congregación que los estimularan,
no había nadie que los entrenara, pero su fe era fuerte y el amor que le
tenían a su Creador los impelía a proclamar las “buenas nuevas” que habían
aprendido. Pronto un grupito empezó a estudiar la Biblia, y otras personas se
les unieron en la predicación.
Estos estudiantes de la Biblia llegaron a
entender que el bautismo en agua es un requisito cristiano. Pero ¿quién en
Puerto Rico podría bautizarlos? Un día el grupo bajó al río, y, primero,
Ambrosio bautizó a Santiago. Entonces Santiago bautizó a Ambrosio. Después,
ambos bautizaron a algunos de los demás. Por fin Puerto Rico tenía verdaderas
riquezas en vasijas de barro en la forma de cristianos dedicados y bautizados
que servían a Jehová.
LA FE PRONTO SOMETIDA
A PRUEBA
Ambrosio vio en La Atalaya
un anuncio de fonógrafos, instrumentos que, en aquel tiempo, eran usados
extensamente por los testigos de Jehová en la predicación. Por eso, pidió uno
de Brooklyn, donde se producían, en la fábrica de la Sociedad Watchtower. Tan
pronto como recibió el fonógrafo, Ambrosio decidió tocar en lugares públicos
los discos que contenían los discursos grabados que se basaban en la Biblia. El
lugar que seleccionó estaba frente al banco, en la plaza del pueblo.
Pronto se reunió un grupito de personas que
quería escuchar. No pasó mucho tiempo antes de que el sacerdote o cura
local también se presentara. A éste le disgustó en extremo lo que oyó, y empezó
a gritar: “Quintacolumnista” y otros epítetos, y a seguir alzando la voz.
Finalmente, un policía vino a ver lo que sucedía.
El policía le ordenó a Ambrosio que se fuera
de allí y no tocara más los discos. Ambrosio contestó: “Yo estoy
predicando las buenas nuevas del Reino. Si usted quiere arrestarme, bien, pero
yo no voy a dejar de hacer lo que estoy haciendo a menos que usted lo
haga, y tendrá que decirme por qué se me arresta.”
Entonces el policía y el cura se fueron. Así
que Ambrosio abrió su maleta y empezó a distribuir todos los libros y revistas
que en ella llevaba. En pocos minutos tenía la maleta vacía. Él recuerda esto:
“Esto me fortaleció mucho, porque pude ver que aunque era el único proclamador
de las ‘buenas nuevas’ allí, no estaba solo. Sentía el poder de Jehová
sosteniéndome.”
Ambrosio Rosa tiene ahora 81 años de
edad y sirve de anciano en una congregación local. Él pone un excelente ejemplo
cristiano, junto con su esposa. Muchos miembros de su familia han llegado a ser
Testigos también. Santiago Rodríguez estuvo activo también en el servicio de
Jehová hasta su muerte a la edad de 83 años. Él había servido 27 de
esos años como predicador de tiempo completo.
LOS MISIONEROS
ESPARCEN VERDADERAS RIQUEZAS
En marzo de 1944 llegaron desde la
Escuela de Galaad de la Watchtower en Nueva York los primeros misioneros. ¡Qué
diferente encontraron la predicación aquí! La lucha por aprender el idioma fue
un desafío particular.
Por ejemplo, fue embarazoso enterarse de que
uno, por equivocación, le había preguntado a un amo de casa: “¿Está usted
vivo?” en vez de: “¿Vive usted aquí?” También hubo el caso de uno de los
misioneros que le preguntó a una joven si su novillo vendría al estudio
bíblico, cuando lo que quería decir era su novio. Pero los habitantes de la
localidad por lo general eran muy pacientes y estaban muy dispuestos a ayudar a
los misioneros mientras éstos adelantaban en el manejo del español.
¿Cómo se podría llegar a toda la gente de
Puerto Rico con el mensaje del Reino? En 1947 había solo 71 Testigos
y cuatro congregaciones. La respuesta era celebrar reuniones públicas.
En 1947 se celebraron 61 en 12 pueblos, por lo general en la
plaza pública. A veces el cura local se enfurecía y trataba de detener las
reuniones.
En un pueblo el cura distribuyó avisos
pequeños que habían de colocarse en las puertas de los hogares. Decían:
“No se moleste... somos católicos.” Sin embargo, un misionero visitó el
hogar de un joven que había asistido a una reunión pública, y vio con agrado
allí un rótulo nítidamente escrito en letra de imprenta en madera en estos
términos: “Bienvenidos a esta casa todos los testigos de Jehová.”
En 1948 se celebraron 82 reuniones
públicas. Esto no le agradó en absoluto a la jerarquía católica local del
pueblo de Aibonito, en las montañas, y ésta publicó un impreso en un esfuerzo
por hacer que la gente no asistiera a las reuniones públicas. Pero lo que
sucedió fue que el impreso despertó curiosidad y más de 100 personas
vinieron. Estas reuniones sirvieron para esparcir verdaderas riquezas.
Así, en 1949 hubo 253 publicadores
de las “buenas nuevas” ocupados en siete congregaciones, y en aquel año se
celebraron 136 reuniones públicas.
Con el transcurso de los años vinieron más
misioneros a Puerto Rico. En 1952 se abrió un hogar misional en el pueblo
de San Germán, y se envió a cuatro jovencitas a trabajar allí. ¿Cómo se podría
llegar a toda la gente de este extenso territorio? Pues bien, el sacerdote
local ayudó.
Subió a su jeep y se dirigió a las casas que
estaban en los cerros y valles donde estas jóvenes Testigos predicaban. Fue de
casa en casa diciéndole a la gente que si habían obtenido algún libro de los
que las jóvenes llevaban, o la Biblia, tenían que quemarlos. También hizo
circular una hoja impresa en la cual advertía a la gente acerca de la obra de
las muchachas. Como resultado de esto, de súbito las jóvenes hallaron que la
gente mostraba gran interés, como hizo notar una: “Ahora nos dimos cuenta de
por qué se asomaban tantas cabezas por las ventanas mientras pasábamos.
No era porque tuviéramos la ropa al revés ni nada por el estilo, sino
por la publicidad que nos había dado el cura.”
A pesar de los esfuerzos del cura, muchas
personas prestaron atención y se enteraron del verdadero contenido del mensaje.
Hoy hay dos congregaciones de más de 100 publicadores del Reino en el
centro del pueblo, y se han establecido por lo menos otras cuatro
congregaciones en pueblos cercanos que habían sido atendidos por la
congregación de San Germán.
EDIFICIOS PARA
ESPARCIR LAS VERDADERAS RIQUEZAS
Hoy los pueblos y las zonas rurales de Puerto
Rico están adornados con muchos hermosos Salones del Reino construidos por los
testigos de Jehová. Junto con artesanos experimentados, contables han servido
de albañiles; vendedores, de plomeros o fontaneros; maestros de escuela, de
carpinteros; pagadores de los bancos, de enlucidores. Mujeres han mezclado
concreto a mano, además de preparar comidas para los demás trabajadores. Todo
esto ha resultado en un más estrecho vínculo de unión entre los Testigos.
La construcción más grande ha sido la de una
hermosa oficina sucursal de dos pisos, completada en 1969. Para ese tiempo
la cantidad de Testigos en Puerto Rico había aumentado a 5.500. Toda la
construcción de este edificio fue hecha por los Testigos mismos. Este edificio
de sucursal, así como los excelentes Salones del Reino, han contribuido al
esparcimiento de las riquezas espirituales por toda la isla.
CONTINÚA EL
ESPARCIMIENTO DE LAS VERDADERAS RIQUEZAS
A medida que ha aumentado la cantidad de
publicadores del Reino, ha ido aumentando también el problema de hallar lugares
lo suficientemente amplios como para celebrar en ellos asambleas cristianas.
Por lo general el gobierno ha sido lo suficientemente bondadoso como para suministrar
el uso de parques de béisbol, pero en los últimos años hasta éstos han
resultado demasiado pequeños. Antes de usar los parques, los Testigos han
reparado puertas, el sistema de cañerías, las instalaciones eléctricas, y hasta
pintado ciertas secciones. Esto ha hecho buena impresión.
En enero de 1967 se celebró una asamblea
internacional en San Juan, y hubo una concurrencia total de
8.604 personas. Entonces, en septiembre de 1973, hubo una segunda
asamblea internacional en Puerto Rico. Esta vez vinieron 5.000 visitantes
de otros países. Para entonces los Testigos habían aumentado a 9.000 en la
isla, y desplegaron verdadera cooperación en dar atención a sus visitantes.
Por ejemplo, una actividad fue la de
suministrar transportación a los visitantes para que llegaran al lugar de la
asamblea. Unos 200 automóviles, propiedad de Testigos puertorriqueños y
manejados por ellos, estuvieron activos desde las 6 hasta las 8 de la
mañana en viajes de ida y vuelta desde los hoteles al estadio, llevando a los
visitantes a la asamblea. Entonces estos mismos Testigos se apresuraron a su
hogar para recoger a sus familias y amigos y llevarlos a la asamblea a tiempo
para la primera sesión a las 10 de la mañana. En la noche se suministró el
mismo servicio para llevar a los visitantes de regreso a sus hoteles. ¡Qué
magnífico éxito resultó ser aquella asamblea, pues hubo una concurrencia máxima
de 31.000 personas, y 1.007 se bautizaron!
Hacia fines de 1976 y en enero
de 1977 ciertas personas cometieron actos de vandalismo contra la Iglesia
Católica Romana... en ciertos lugares alguien quemó imágenes y causó otros
daños por medio de fuego. Un funcionario encumbrado de la Iglesia trató de
envolver en esto a los Testigos, y hasta usó el nombre de ellos en público con
relación a esta dificultad. La situación se hizo muy tensa. Pero es interesante
el hecho de que ni la policía ni los funcionarios públicos,
ni siquiera la población católica romana, creyó las falsas declaraciones
que hizo contra los testigos de Jehová este dignatario católico.
Desde aquellos días en que las riquezas
espirituales fluían solo como en un chorrillo, Puerto Rico verdaderamente ha
llegado a ser un puerto rico. Abundan los tesoros espirituales mientras los
casi 17.000 Testigos de 227 congregaciones visitan a la gente en todo
rincón de la isla. En la primavera del año pasado 41.991 personas
asistieron a la conmemoración de la muerte de Cristo. Ciertamente los testigos
cristianos de Jehová en Puerto Rico tienen un excelente registro de fidelidad,
de integridad y de un deseo de seguir hablando apaciblemente a otros acerca del
reino de Dios.
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